Dormir en el seminario, en una habitación, una "celda" en la que ha habido muchos sueños, desvelos, alegrías y desilusiones, también muchas dudas y firmes decisiones, produce sensaciones distintas que las de otra noche cualquiera en los albergues al pié del Camino.
El desayuno en el refectorio.
La empedrada calle que separa la Plaza del Hostal de los Reyes Católicos, orientación oeste, es el camino de salida para Finisterre.
La piedra... en la calle, en las aceras, en los marcos de puertas y ventanas..., en la fachada... Santiago es un museo al aire libre.
Pronto cambiamos el color ocre de la piedra por el verde de la naturaleza, hemos vuelto a ella.
Un supuesto peregrino duerme protegido por la lona de la tienda de campaña e invita a los caminantes a que colaboren a "patrocinar" su Camino.
La sierra del fondo tiene el Alto do Mar de Ovellas, el desnivel de solo 215 metros y que será el más alto de todo este recorrido hasta Finisterre y Muxia.
Es un monte de roble, cuesta subirle, más que por su dureza creo es por lo mal acostumbrados que estábamos a la suavidad de anteriores etapas gallegas.
A 4 kilómetros de Negreira aparece Ponte Maceira, un lugar bañado por el Rio Tambre, un espacio bello, fresco e histórico.
Para cruzar el caudal del Tambre, en el siglo XV construyeron este hermoso puente de piedra, Ponte Vello se llama.
Por camino a orillas del rio y envueltos por fresca vegetación y arbolado arribamos a Negreira, 21 kmts. después de Santiago.
Las dos veces que he estado en esta población me albergué en el Albergue San José. No tiene una fachada exterior atractiva pero pertenece a los nuevos albergues que se han construido para dar servicio al número creciente de peregrinos que cada año continúan por el de Finisterre y que disponen de instalaciones modernas, ámplias y límpias.
Video fotográfico
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