jueves, 19 de mayo de 2016

Camino Primitivo. Etapa 7: Grandas de Salime - Fonsagrada (28 kmts) 09-05-16

"Si hemos llegado indemnes a Grandas de Salime, la tumba del Apostol Santiago se encuentra a nuestro alcance.". Es una leyenda que he oido y puedes leer en algún lugar. En mi caso se puede cumplir, no he llegado indemne, he llegado tocado y habrá que ver cómo evoluciona mi "herida".
La Colegiata de San Salvador, en el centro de Grandas, se muestra al paso de los peregrinos que salimos del albergue municipal. Este templo surgió en relación directo con el Camino Primitivo, ya aparece mencionado en el siglo XII, pero fue remodelado y ampliado en los sucesivos siglos  XVII, XVIII y XIX por lo que en ella confluyen varios estilos.
El territorio es más dócil que el de las etapas anteriores, estamos terminando el paso por tierras asturianas, nos queda un accidente elevado, de cierta dureza como es el Acebo y ya después entraremos en Galicia, terreno ondulado y menos vertical que el que dejamos atrás.
El día es bueno, hay visibilidad, lo cual es muy importante para poder disfrutar el paisaje. Mirando hacia atrás observo la altura de Buspol, los molinos de La Mesa, el camino que recorrí ayer y el punto desde el cual veía el embalse y los molinos del Acebo que muy pronto tendré muy cerca de mi.
Hasta el pie del Acebo nuestro escenario es el de zonas rurales, pequeñas parroquias, que nos muestran sus actividades agrícolas y ganaderas, caminos de tierra y mucho barro en algunos tramos, ya que son compartidos por los animales domésticos y los medios mecánicos de trabajo de los lugareños.
El camino nos lleva a la vera de las granjas domésticas.
Las nubes oscuras asoman por el alto del Acebo, encima de los molinos aparecen amenazantes. No he visto la lluvia desde que salí de León, pero hoy no me voy a escapar.
 Comienza la ascensión, es prolongada y de suaves pendientes, el desnivel en un recorrido de 5 kmts es de unos 400 metros.
Arriba hay numerosos molinos, aereogeneradores de energía eléctrica, límpia y autóctona.
 Por primera vez me veo obligado a sacar el chubasquero. Pero es muy poco el agua que cae.
Mirando atrás se ve una bella estampa natural y el punto del que vengo, los montes de La Mesa. No hay peregrinos, los pocos que hay en la etapa están por delante, voy a mi ritmo.
Es frecuente encontrar puertas metálicas o de madera en este Camino de Asturias. Las ponen los ganaderos para impedir a sus vacas, que pastan libremente, salgan del terreno acotado.
Inmediatamente de iniciar el descenso aparece una línea hecha con piedras, es la separación de las comunidades de Asturias y Galicia.
Al oltro lado del Acebo solo vemos Galicia, el horizonte  más ámplio,  los montes  más suaves. Desde este punto ya podemos ver el destino de hoy, Fuensagrada. Estoy en la mitad del camino, me faltarán unos 14 kmts. aunque me parecen muchos más, especialmente cuando la tendinitis hace acto de presencia, curiosamente cuando la mente le enseña a la pierna todo lo que aún tiene que andar.
En el descenso encontramos la Venta del Acebo, un buen espacio para reponer fuerzas, a pesar de que su propietario no me resultara simpático. Importante es conocer que en Galicia cambia el sentido de desplazamiento del Camino a través del símbolo de la vieira. En Asturias era la parte estrecha la que señalaba la dirección a seguir, en Galicia es la zona ancha, la de las rayas la indicadora de hacia donde ir. En la foto se ve y entiende mejor. Abajo, la venta.
A partir de la venta no tengo los recuerdos muy claros, ni dispongo de fotos del trayecto, (estoy escribiendo esta etapa en el blog 14 meses después de haberla hecho), solo recuerdo que la tendinitis me molestaba más cuanto más tiempo y más kmts llevaban las piernas. El trayecto largo pero suave y próximo a carretera en algunos trayectos, nubes amenazantes que no llegaron a cumplir el presagio, son cosas que recuerdo. En la venta me habían advertido que hasta Fonsagrada solo tenía un establecimiento donde poder comer alguna cosa. Esto ocurrió en Barbeitos, en el Mesón Catro Ventos, buen lugar para comer, la verdad es que como en cualquiera en esta tierra.
El tiempo de parada para comer , aún faltaban unos 8 kmts a Fonsagrada, vino muy bien a mi pierna, la tenía hinchada. Por esto entendí que necesitaba descanso y debía de parar un día. Llegando a Fonsagrada me llamó David, uno de mis dos hijos, para ver cómo iba con la pierna, volvía de La Coruña, no estaba muy lejos y podía acercarse para recogerme y llevarme a casa. Con rotundidad y seguridad le respondí que no, que yo iba a llegar a Santiago y después a Finisterre.
Tuve suerte encontrar un buen albergue, el Cantábrico, con un buen propietario, Bernardo, que se desvivió por mí. Me llevó en su coche al centro de salud, no me hicieron nada, descanso me dijeron, y buscó hora en el único fisio que hay o había en Fonsagrada, pero fue imposible, estaba a tope. Había decidido descansar un día.
El albergue dispone de varias habitaciones, cada una de ellas con varias literas, "te quedas aquí, y si no tengo necesidad no meto a ningún peregrino".
Y así permanecí el día 10 de mayo en Fonsagrada, con la esperanza de que el descanso aliviara mi pena física.
El albergue muy bien, con su pequeña mesita, cargador y luz en cada litera, algo que ya se ve en todos los albergues privados de nueva construcción.
Video de fotografias de la etapa


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